lunes, 10 de junio de 2013

¡EL INSTITUTO NO! por Marcel Theza

REFLEXIÓN DE MARCEL THEZA DOCTOR EN CIENCIAS POLITICAS Y EX INSTITUTANO

¡El Instituto NO!

Con este elocuente título, hace exactamente 27 años la Revista HOY encabezaba un artículo especial cuya pretensión era promover una ya tardía defensa del proyecto público, democrático y republicano del Instituto Nacional frente al anuncio de que éste, junto a todos los establecimientos educacionales que aún mantenían un régimen no municipal, pasaba definitivamente a la administración – en este caso - del Municipio de Santiago.

El contexto era claro: La municipalización se había concretado, los estudiantes intentaban reaccionar a pesar de todas las restricciones propias de la dictadura militar, pero la política educativa del régimen se impuso y el coraje de pocos no bastó para movilizar el temor de muchos que, sin creer en el nuevo modelo, lo consideraron como ineluctable. Con los años, es de justicia precisar que ese temor no es equivalente a la apatía egoísta de los que hoy no se interesan por los temas públicos argumentando simplemente responsabilidades de "los otros", sino un temor visceral e inmovilizador que sólo es entendible en una realidad que hoy a mucha gente le cuesta dimensionar y comprender.

A pesar de aquello, para los que sí decidieron movilizarse, una frase tan simple como la que sirvió de encabezado al artículo de la revista HOY resumía la preocupación de la comunidad institutana:
"Queremos seguir siendo el primer foco de luz de la nación y no una vela apagada del Municipio de Santiago". Han pasado 27 años y con dolor hay que plantear que lo peor de ese escenario, en aquellos años aún ficticio, hoy está plenamente consumado.

El Instituto Nacional se encuentra ad-portas de conmemorar sus doscientos años. Para todas las instituciones que vienen escalonadamente desde hace tres años celebrando su bicentenario, hemos visto que estos festejos se han dado en el marco de proyectos institucionales vigorizados y revisitados, de mejoramiento de su infraestructura, de esfuerzos comunicacionales destinados a poner en un contexto de valor su gravitación e importancia en la historia nacional, etc. Sin embargo éste no es el caso del Instituto Nacional; el colegio público más importante de nuestro país enfrenta las actividades conmemorativas sumido en una profunda crisis cuyos factores son múltiples, pero cuyo punto común es uno solo: la indiferencia.

A 27 años de la municipalización, el Instituto Nacional es prisionero de un clima general de indiferencia que ha desvalorizado y banalizado lo público como factor de integración social, pero a la vez como espacio de encuentro de todas las diferencias. Hasta las almas más profundamente progresistas y conscientes de nuestro país - aquellas que solidarizan con todo lo que no les afecte - no matriculan a sus hijos en colegios públicos, aunque éste sea precisamente el Instituto Nacional.

El Instituto Nacional es igualmente prisionero de una actitud de indiferencia por parte de sus autoridades directivas que se han contentado con una política de administración sin hacerse responsables de las tareas de futuro para las cuales el Instituto fue creado. En la misma dirección, este establecimiento es prisionero de un "marco municipal" que lo ha precarizado como proyecto y al cual no ha destinado en todos estos años ni preocupación, ni energía, ni tiempo, ni menos aún buenas ideas.

El Instituto Nacional parece además ser prisionero de la indiferencia de muchos de sus profesores quienes se muestran incapaces de imprimir densidad y racionalidad a la discusión de los problemas que enfrenta la educación pública; son meros espectadores que no contribuyen a transmitir una identidad desde la cual enfrentar la discusión que es necesario seguir dando.

El Instituto Nacional es prisionero de la indiferencia de una gran mayoría de apoderados cuya única expectativa es que el colegio trasforme mágicamente a sus hijos en exitosos profesionales, pero que no están disponibles para destinar un segundo de su tiempo a su desarrollo y crecimiento.

Pero también el Instituto Nacional es prisionero de sus alumnos; de aquellos pocos que consideran que la radicalización, aún siendo autodestructiva, es la manifestación más pura de un espíritu rebelde, aunque impreciso, que se caracteriza por tener una gran boca e ideas pequeñas, y de aquellos muchos que, nuevamente con indiferencia, poco les importa las consecuencias colectivas de esta práctica. En este marco, el esfuerzo, la meritocracia, el propio idealismo, son temas completamente accesorios.

El espíritu institutano se aferra a una tradición que es fructífera, pero que no es suficiente, y al trabajo de pocos, pero valiosos integrantes de la comunidad escolar, que están dispuestos a continuar pertinazmente el esfuerzo de producir una formación de calidad para una mejor democracia.

A pocos meses de su bicentenario, el Instituto Nacional requiere hoy de manera urgente terminar su triste historia de dependencia con el Municipio de Santiago, pero eso no basta. El Instituto Nacional requiere con urgencia una clara preocupación del país al cual ha servido, de los actores a los cuales ha formado, y de las instituciones de las cuales es su primer antecedente.

Contra la indiferencia,
¡ El Instituto SÍ !
Marcel THEZA MANRÍQUEZ

1 comentario:

  1. Como Apoderado del IN, me complace imprimir en esta página el primer comentario diciendo, Contra la indiferencia, ¡El Instituto SI!

    RJOB

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